miércoles, 1 de noviembre de 2017

Noviembre no perdona

It was November- the month of crimson sunsets, parting birds, deep, sad hymns of the sea, passionate wind-songs in the pines. Anne roamed through the pineland alleys in the park and, as she said, let that great sweeping wind blow the fogs out of her soul.”

Anne of Green Gables (L.M. Montgomery)

Se acerca la fecha del aniversario de este blog. Un año... Se ha pasado volando. Aunque en realidad han pasado muchas cosas. Sin embargo, me vuelvo a encontrar en la misma situación de punto muerto, entre algo que no ha terminado y algo que está por empezar. Luchando por la chispa que haga avivar el fuego de nuevo y este motor vuelva a ponerse en funcionamiento. Buscando la verdad en todas las cosas que me ocurren, viendo más allá de la forma y el color, intentando ver el trasfondo de lo que ocurre.

Noviembre cae de nuevo. Noviembre no perdona, supongo… Nos adentramos en los días más oscuros del año, y mientras las hojas doradas descienden a ambos lados del camino y la niebla lo ciega todo, algo sigue latente en alguna parte, esperando a ser descubierto. ¿O simplemente debo esperar?

No puedo evitar sentirme nostálgica mientras espero el solsticio de invierno: la luz que emerge tras la oscuridad. Los días de Saturno. Y entonces, vuelvo a mirar el horóscopo. Todavía falta más de un mes para que el sol entre en mi signo... ¿qué deparará la llegada de la claridad? Mientras tanto, Noviembre no perdona. Y vuelvo a sentir algunas cosas que no son agradables de reconocer. 

A nivel muy íntimo, algo sigue dentro de mí. Es una luz que siempre me conduce cuando me he quedado a oscuras. A veces tengo mucho miedo de que se apague para siempre y no vuelva a sentirme como en casa. No sé cómo lo hace, pero me encuentra. Y temo que no vuelva a encontrarme. Pero, ¿qué puedo hacer? Me prometí a mí misma no estancarme en el pasado, pero siempre encuentra una forma, un eco pasado o presente que se interrelaciona con el hilo de mis pensamientos.

No sé si la luz reside en mí o está fuera, no sé si puedo controlar su presencia y su ausencia. Lo único de lo que estoy segura es que, mientras la sienta, sigue habiendo esperanza, y un día me volveré a sentir como antes.

Mientras tanto... Noviembre no perdona.

¡Nos vemos en el próximo té!

4 comentarios:

  1. Me ha resultado muy interesante esta entrada, especialmente las preguntas que vas intercalando; invitan mucho a la reflexión. También me ha resultado muy sugerente tu aportación desvelando una de las claves para superar las frustraciones que nos generan los demás, a saber, dejar que el otro sea como es y aceptarle tal cual sin querer que responda siempre a nuestras expectativas. Supongo que otra de las claves es el diálogo, es decir, el comentarle de forma respetuosa lo que nos ha generado frustración, para poder superarlo y que no se nos enquiste. ¡Qué fácil es decirlo!, ¿verdad? El Nirvana también sigue estando lejos para mí, jajaja.

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    1. Muchas gracias por leer y comentar! Creo que la entrada de la que hablas es la de "definiendo nuestro sufrimiento", supongo que se te habrá traspapelado el comentario o algo jaja no pasa nada! Me imagino a qué entrada te refieres.
      Efectivamente, has dado en el clavo: dejar que el otro sea como es sin querer que responda siempre a nuestras expectativas. Has sintetizado todo ese lío mental en una frase. Y que no se nos enquiste la frustración es otro tema, desde luego, aunque soy partidaria de, primero, analizar para uno mismo el por qué de esa frustración, qué la está generando, para luego poder trasladárselo a la otra persona de una manera clara y ordenada, porque los problemas en muchas relaciones humanas surgen de una mala comunicación (o bien escasa, o bien ineficiente...)
      Y sí... ¡fácil es decirlo! La práctica es otra cosa... pero seguiremos en ello.
      Muchas gracias de nuevo por leer y comentar, me encantan tus reflexiones!
      Un saludo!

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    2. ¡Ups! Tienes razón, no sé qué me ha pasado. Perdona por la confusión, Chica del té. Efectivamente, mi comentario pertenece a "Definiendo nuestro sufrimiento". Aprovecho para decirte que estoy totalmente de acuerdo contigo cuando señalas que la mala comunicación es fuente de muchos de los problemas que surgen en las relaciones, y que, por eso, es mejor clarificarse uno mismo antes de hablar con el otro y pifiarla (por no decir "cagarla"). A mí a veces me ha pasado que, por hablar antes de pensar, le he echado la culpa al otro de cosas de las que debería haberme hecho yo responsable. En fin, desastres humanos varios. ¡Un fuerte abrazo!

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    3. Efctivamente! A mí también me ha pasado eso... pero por algo somos seres pensantes! Podemos analizar y corregir nuestros errores.
      Un saludo y gracias por comentar de nuevo!

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