martes, 27 de diciembre de 2016

El sexo como un acto egoísta

¿Cuando practicamos sexo solo pensamos en nuestro propio placer?

Hace unos días me pasó esta idea por la cabeza, como cuando pasa una estrella fugaz por el firmamento: de una manera repentina y espontánea, que ilumina mi mente durante unos segundos, pero cuyo recuerdo guardo pese a la brevedad del destello. Así es el pensamiento, supongo. 

Esa idea fue la manifestación exacta de algo que hace tiempo ronda mi cabeza, y es que hoy en día entendemos el sexo como un acto egoísta. No se nos enseña otra cosa a través de los medios de comunicación (publicidad, cine, televisión, revistas, etc), o al menos, lo que más sobresale es una sexualidad entendida como recibir placer. 

Busqué un poco al respecto, ya que contaba con pocas herramientas para desarrollar el tema, y encontré muchos artículos de internet: una mujer que hablaba de cómo se centraba demasiado en dar placer a su pareja y se olvidaba de sus verdaderas necesidades; otro artículo en el que se decía que estaba científicamente comprobado que tener un egoísmo sano en el sexo es fundamental para que las relaciones sexuales sean placenteras; otro que apelaba a un egoísmo inteligente o egoísmo entendido como no centrarse en la otra persona y olvidarse de uno mismo; y un último que ponía en duda la generosidad en el sexo como algo eficiente, para finalmente defender la teoría de que se debe ser un poco más egoísta... Me dije a mí misma: "Entonces no está mal pensar egoístamente al practicar sexo, ¿no?"

Error. Creo que el sexo se viene malinterpretando desde hace siglos: lo entendemos como algo físico, y aunque siempre se nos dice que es mucho mejor si va acompañado de amor, el enfoque es el mismo, porque no consideramos el acto sexual como una totalidad, sino como algo físico + algo añadido (ej. sexo + amor). Por eso se nos hace tan difícil encontrar el punto intermedio entre el dar y el recibir, entre "me concentro en que se lo pase bien" y "mi objetivo es recibir placer". En el sexo, las personas participantes deben estar en sintonía, y es en ese equilibrio donde podemos prescindir de pensar en la reciprocidad, porque ya no será necesaria, ni tendrá lugar. Aquí es donde entra un tema muy amplio y que estoy empezando a descubrir, que es el sexo entendido como algo espiritual. 

La religión cristiana, pese a haber condenado ciertas prácticas y orientaciones, y a no aprobar las relaciones sexuales que no hayan sido santificadas por el sacramento del matrimonio, dice algo que me parece muy interesante:
  • "La unión sexual decimos que es un misterio, porque no hay explicación lógica que pueda dar cuenta de su poderosa y penentrante influencia en la pareja. Si bien es un acto físico, involucra mucho más que sensaciones físicas. Produce una vinculación tan profunda entre los seres humanos [...] que no hay otro acto humano que acentúe de tal manera la identidad personal y la conciencia de sí mismo a un nivel tan elemental"
  • "No se concibe el acto sexual como un acto animal tendiente a satisfacer lo instintivo, sino como una de las más acabadas expresiones de relación entre dos seres. Esto presupone un profundo amor y respeto, como así también la aceptación del otro como una totalidad"

También en la tradición espiritual del tantra se habla de una conexión espiritual, pero debido a nuestro deseo de occidentalizarlo todo, asumimos que es algo así como "una técnica para aguantar horas y horas practicando sexo y tener orgasmos más intensos y numerosos". Toma ya. De nuevo, la reducción a lo físico (aunque haya amor de por medio). El tantra se fundamenta en cuatro fases o llaves: aceptarse a uno mismo y a los demás tal como son, estar presente en el momento con los cinco sentidos, expresar lo que sientes y piensas y por último, movimiento armónico y fluido, que sería como alcanzar el equilibrio al acompasar nuestra energía y ritmos con los de la otra persona. Es decir, esa sintonía.

Creo que debemos de dejar de entender el sexo como algo mecánico y dejar de pensar en el deseo sexual como ese instinto animal, ya que todo ello solo nos lleva a entenderlo como algo meramente físico y poco espiritual, permitiendo que se manifieste el desequilibrio que tantos quebraderos de cabeza nos da. No creo que sea necesario que haya amor en el sexo, pero sí esa sintonía que se consigue, como todo, con el tiempo y la práctica. 

¡Nos vemos en el próximo té!

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